EL DICTAMEN – PUBLICAR DOMINGO 13 / 08 / 06

Equilibrio en Tiempos de Desequilibrio

Los caminos son dos: amar y querer ser amado.
Eso es todo.
Menchius

        Una y otra vez, a lo largo de la historia y desde que tenemos registro,  el espanto se apodera del mundo. Pareciera que no hay esperanza acerca de la parte cruda de la naturaleza humana, que reiteradamente se manifiesta, con diferentes pretextos y de diversa forma, pero igual signo… ¡destrucción y muerte! Y es inevitable sentir emociones intensas, tales como enojo, tristeza, frustración, miedo…así como es imperioso preguntarse cómo podría uno no sólo aprender a manejar estas emociones, para no caer en estados de ánimo paralizantes,  sino como poder  procesarlas para que, habida cuenta que ellas son las que condicionarán nuestras posibilidades de acción futura (toda acción es precedida y condicionada por una emoción) , no nos dejen entrampados en actitudes de indiferencia, para no sufrir las consecuencias, o reactivas, lo que nos llevaría a responder con iguales estrategias y redoblada intensidad.¿Cómo encontrar equilibrio en tiempos de desequilibrio?
Es tan inmenso el problema de la violencia en el mundo, y viene de tan antiguo, que uno se marea de sólo pensarlo y se queda con la sensación de que el tema   ”se nos escurre”, así como el agua se escurre de entre nuestras manos. Sin embargo, creo que todo lo que uno pueda hacer para esclarecer la mirada ofuscada de los litigantes será un aporte valioso y, desde mi pequeña trinchera, siempre abogaré y trabajaré para mejorar en algo la posibilidad  de que los seres humanos, los poquitos a quienes pueda alcanzar con mi palabra y gesto, aprendamos a aceptar y honrar al Otro como auténtico Otro, incorporando y celebrando la diversidad que , como decía Peter Senge en su famosa obra “La Quinta Discipliana”, “es fuente de riqueza”.
Y desde este rincón del coaching, cuyo eje pasa por la convicción de que el lenguaje genera acción y es con él que creamos nuestras realidades, de cualquier signo, el abordaje no puede ser otro que desde el de la conversación y con una inevitable referencia al Dr. Marshall Rosemberg (a quién tengo el gusto de conocer personalmente), experto en mediación de conflictos a nivel internacional. Su especialidad es la “conversación no violenta” y para introducirlo, nada mejor que un párrafo de su puño y letra que, aunque referido a su papel de padre, bien ilustra el tema de la autoridad y sus consecuencias, aplicables a toda clase de situaciones en las que un ser humano pretende imponerse a otro…. ¡generando violencia!
Explica Marshall que “de la manera en que me enseñaron a concebir lo que significaba ser padre, yo pensaba que la tarea del padre era hacer que el hijo se comportara bien. Lo ven, una vez que uno se define como una autoridad, un padre o un maestro, en la cultura en que fui educado uno cree que su responsabilidad es hacer que las personas a las cuales uno les puso la etiqueta de “niño” o “alumno” se comporten de cierta manera. Ahora veo que este objetivo sólo conduce al fracaso, porque he aprendido que cada vez que nuestra meta es hacer que la otra persona se comporte de cierta manera, generalmente la gente se resiste, sea lo que sea que uno les esté pidiendo. Esto parece ser verdad, ya sea que la persona tenga dos o noventa y dos años”.
“Este objetivo de obtener lo que queremos de los demás o de hacer que hagan lo que queremos, amenaza la autonomía de las personas, su derecho a elegir lo que quieren hacer. Y cuando la gente siente que no es libre de elegir lo que quiere hacer, tiende a resistirse, aún cuando ve el propósito de lo que le pedimos y generalmente desearía hacerlo. Nuestra necesidad de proteger nuestra autonomía es tan fuerte que si vemos que alguien está decidido a hacer que hagamos algo, si esa persona actúa como si supiera qué es lo que debiéramos hacer y no nos permite decidir cómo comportarnos, suscita nuestra resistencia”…”Y, mientras estoy hablando de esto, quiero comentarles que premiar es tan contraproducente como castigar. En ambos casos estamos usando el poder sobre las personas, controlando el medio ambiente de una manera que trata de forzar a las personas a comportarse como queremos que lo hagan. En este sentido premiar y castigar provienen de la misma manera de pensar”

        Por cierto, podríamos pensar que si no hay castigo frente al incumplimiento, la indisciplina, la falta de respeto por los derechos de unos respecto de otros no hay nada que hacer y sólo reinará la ley del más fuerte. Sin embargo, agrega Marshall,  “existe otro método fuera de no hacer nada o de utilizar tácticas coercitivas. Requiere tener conciencia de la sutil pero importante diferencia entre tener como objetivo el lograr que las personas hagan lo que queremos (lo cual no preconizo) y tener en claro que nuestro objetivo es crear el tipo de conexión necesaria para que las necesidades de todos sean satisfechas”.
Y como la conexión entre seres humanos se da por medio del lenguaje, cualquiera sea su expresión, no perdamos oportunidad de predicar, en cada lugar y momento, y con el ejemplo, la necesidad y la posibilidad de entendernos, para superar diferencias que las culturas han inventado, convirtiendo a los iguales en enemigos. Como dijo Thomas A.  Edison, hace ya un siglo:   “La no-violencia guía hacia las éticas más perfectas, que es la meta de toda evolución. No será hasta que dejemos de lastimar a las demás criaturas vivientes que seguiremos siendo salvajes.

Lic. Clara Braghiroli

Coach Profesional
BUENOS AIRES – Argentina