EL DICTAMEN – PUBLICAR DOMINGO 22 – 10 – 06
¿ES USTED ASERTIVO?
La interacción asertiva ideal es aquella en la que los participantes acaban sintiéndose mejor que antes.
S. Neiger y E. Fullerton
Difícil saberlo si antes no aclaramos el significado de la palabra, que si bien está de moda, como sinónimo de una forma de comunicación sana, no es todavía de uso frecuente.
Según expresara Richard Lazarus, un reconocido psicólogo cognitivo que hizo brillantes aportes al estudio de las emociones, “mucha gente necesita aprender como defender sus derechos personales, cómo expresar pensamientos, emociones y creencias en formas directas, honestas y apropiadas sin violar los derechos de cualquier otra persona”. Y hacerlo en el momento oportuno, de la forma adecuada, considerando a los demás, es parte de una habilidad personal que se llama asertividad. Una conducta cuya esencia, según el mismo autor, “se resume en cuatro patrones: la capacidad de decir que no (cuando queremos decir que no); la capacidad de pedir favores y hacer requerimientos; la capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos y la capacidad de iniciar, continuar y terminar conversaciones”.
Por cierto, una forma de comunicación clara, directa, precisa, sin vueltas, reflejo de nuestros gustos y necesidades que de alguna manera nos enseñan de pequeños, pero que luego por razones diversas vamos perdiendo, tal vez limitados por la conciencia que vamos adquiriendo de que cuando hablamos hacemos que las cosas ocurran, y del miedo (o valentía) que vamos adquiriendo en relación a las consecuencias que pueden derivar de nuestras expresiones. Quién no ha experimentado alguna vez la imposibilidad de decir que no, debido a esa sensación de que “Cuando digo que no, me siento culpable”, como reza el título del conocido libro de Manuel J. Smith (publicado en 1977), uno de los referentes más conocidos sobre el tema de la asertividad.
Los seres humanos somos seres lingüísticos, vivimos en el lenguaje y con él creamos realidades con otros, pero a la hora de relacionarnos por medio del lenguaje (no sólo verbal) las cosas a veces se ponen difíciles, debido a las diferencias individuales y, en determinados momentos, a las expectativas personales que, al no ser concordantes, generan conflictos. Y frente a ellos, los seres humanos adoptamos, si bien con diversos matices e intensidades, una de tres tipos de respuesta: la lucha (agresión física o verbal), la huída (evitación o actitud pasiva) y, entre los dos extremos, la tercera opción: la capacidad verbal para resolver problemas, que es justamente lo que se denomina asertividad.
Tan importante es este tema de la asertividad, para la buena relación con los demás y para la salud mental y el buen funcionamiento personal (salud física inclusive) que hay una larga nómina de “derechos asertivos” (alrededor de veinte), entre los cuales figuran el derecho de decir “no”, “no se”, “no me importa” y uno que me gusta particularmente y que en general es mal visto: el de “cambiar de opinión”, porque justamente una opinión no es una verdad irrefutable, sino personal y provisoria, y tener la flexibilidad para cambiarla es signo de coherencia y de honorabilidad.
¿Es usted asertivo? Pues no le será difícil averiguarlo, si caracterizamos, aunque sea breve y esquemáticamente, cada una de las tres conductas.
Conducta pasiva es la que asumimos cuando no somos capaces de expresar abiertamente sentimientos, pensamientos u opiniones, o bien lo hacemos como pidiendo disculpas, mostrando falta de respeto hacia nuestras propias necesidades, que serán puestas en segundo lugar, ya que el primero será cubierto por el deseo imperioso de agradar o evitar la confrontación. En cuyo caso, lo más probable es que nos sintamos incomprendidos, no tomados en cuenta y hasta manipulados y, en consecuencia y como reacción, podemos volvernos irritables y hostiles hacia la otra persona, hasta el extremo de llegar a estallar si la represión es mucha.
Conducta agresiva es la que adoptamos cuando, en la defensa de nuestros derechos de expresión, lo hacemos de modo impositivo, atropellando los derechos de los demás, ya sea de manera directa (ofensas verbales, insultos, amenazas, comentarios humillantes o descalificadores, gestos amenazantes) o de manera indirecta (comentarios sarcásticos o rencorosos, murmuraciones), con lo cual podemos llegar a obtener un sentido de satisfacción personal y de poder sobre los demás, al creer que podemos dominarlos, sin considerar que eso supone muchas veces transgredir normas éticas y vulnerar derechos ajenos.
Conducta asertiva (la tercera posición, que no es intermedia entre las otras dos) vendría a ser la expresión de aquella habilidad comunicacional interpersonal y social, que nos permite transmitir opiniones, creencias y sentimientos personales sin agredir ni ser agredido. En cuyo caso, seremos capaces de hacer una petición o rechazarla con claridad, solicitar un cambio de conducta que nos resulta molesta, mostrar desacuerdo sin incomodarnos, opinar sin ofender (apropiándonos de nuestro punto de vista), recibir un elogio (sin desconfiar de las intenciones del otro) y prodigarlo (desde un trasfondo de sinceridad).
¿Es usted asertivo? Es muy fácil saberlo, después de todo, porque como dicen Cotler y Guerra “la conducta asertiva se funda en el respeto: el respeto a uno mismo y al sistema de valores de cada uno”. Aunque por cierto, y esto lo dijo Johann W. Goethe…”Obrar es fácil, pensar es difícil; pero obrar según se piensa, es aún más difícil”
Lic. Clara Braghiroli
Coach Profesional
BUENOS AIRES – Argentina