EL DICTAEN – PUBLICAR DOMINGO 6 / 01 / 08

ILUSION Y CREENCIA

      A seis día corridos desde el comienzo de un nuevo año, aunque para el reloj del universo nada haya ocurrido de significativo, los seres humanos solemos llenarnos de renovadas ilusiones acerca de los acontecimientos que harán de éste un año especial, o por lo menos mejor que el anterior, aunque haya sido de por sí bueno… ¡si nos ponemos del lado de la valoración optimista! Y en muchos casos, la ilusión se convierte en creencia, inclinados que estamos en los tiempos actuales a creer que ocurrirá aquello en lo que nos enfoquemos; nada diferente de lo que se usaba cuando yo era pequeña, y mamá nos decía que si cerrábamos fuertemente los ojos al sonar las 12 campanadas pidiendo un deseo, este se cumpliría.
Como reza el antiguo adagio, cuyos orígenes desconozco pero de cuya sabiduría nadie dudaría, no sólo de pan vive el hombre, y a través del tiempo hemos ido dándole nuevas interpretaciones al tema de las creencias, que son parte de nuestro forma de ser seres humanos y determinan, de manera significativa, nuestra forma de estar en el mundo. Y la razón por la cual una buena parte de nuestro saber está constituido por creencias (incluso científicas), según Michael Carroll, un maestro de la Programación Neurolinguística, estriba en que “las creencias son cosas que sostenemos para crear la ilusión de estabilidad”, sin la cual no podríamos actuar en el mundo, porque son ellas las que definen nuestros criterios de acción. Un dato muy importante a tener en cuenta, porque así como funcionan como verdaderas guías de comportamiento, también nos limitan, de alguna manera, sin importar que sean positivas o negativas, ya que actúan en automático… ¡cuidado con ellas!
Y para muestra un botón, como dicen en mis pagos, el mismo Carroll nos presenta un interesante ejemplo, que se puede extender a otras situaciones. Imagine – traduzco textualmente – a una persona que se presenta a una entrevista para obtener un trabajo. Cree que no es suficientemente buena para ese trabajo, a pesar de tener todas las cualidades y la experiencia. Se presenta a la entrevista y empieza a contestar las preguntas. El entrevistador sonríe a la persona entrevistada y ésta interpreta la sonrisa en términos de “él me trata con condescendencia” o “él me desprecia porque piensa que mis respuestas son estúpidas” o “yo le agrado y eso no tiene nada que ver con el trabajo”. El resultado es que la persona entrevistada se siente muy incómoda. Sin embargo, en este ejemplo, las interpretaciones son erróneas por las razones expuestas al comienzo.
Por su parte, el entrevistador tiene como creencia que si sonríe a la gente durante la entrevista, se sentirá cómoda y dará respuestas honestas. Y mientras más nerviosa se pone la persona entrevistada, más le sonríe pensando que la hará sentir más cómoda. En ambos casos las creencias son gruesas generalizaciones que definen los comportamientos de ambos actores.
Supongamos ahora que otro candidato se presenta aspirando al mismo trabajo, pero tiene creencias diferentes. Cree que es suficientemente bueno para cualquier cosa y puede conseguir cualquier trabajo que le guste. Como resultado, la persona entra muy segura de sí misma. Cuando le hacen preguntas, al entrevistador le queda claro que a pesar de su actitud confiada, está mal preparado. El entrevistador sonríe al candidato (consecuente con su creencia). Cuando el candidato se va, está convencido que obtuvo el trabajo y estrecha la mano de la persona que cree será su futuro empleador, reafirmando su creencia inicial y congratulándose por su sabia decisión de seducirlo. El empleador, por su parte, cree que ese comportamiento es arrogante y engreído y desestima todas las cualidades del candidato para el trabajo. El pone atención sólo a la arrogancia y al engreimiento,  y no se deja seducir… ¡no lo contrata!
Las creencias siempre condicionan nuestros actos, a veces para salvarnos de peligros, otras para conducirnos al fracaso. Pero tenemos una alternativa, y consiste en cuestionarlas (no negarlas), poniendo a prueba su consistencia y verificando el valor que ellas han tenido para nosotros en el pasado, con una actitud de apertura ante las circunstancias que la vida nos presenta. Porque como dice Carroll, “nada es verdadero, nada es falso. Si usted actúa de acuerdo al contexto, tiene un completo rango de comportamientos y estados disponibles… ¡y eso es vivir!”

Clara Braghiroli

Coach Profesional
BUENOS AIRES – Argentina