EL DICTAMEN – PUBLICAR DOMINGO 15 – 04 – 06
LA ESCALERA DE INFERENCIAS
«La vida es el arte de sacar conclusiones suficientes a partir de datos insuficientes.»
Samuel Butler
Sin duda cada uno de nosotros tiene una idea propia de lo que es la vida y podríamos hacer un largo listado de definiciones, más o menos eruditas, más o menos espirituales, mas o menos descarnadas, sin agotar las posibilidades. Bien dicen que la realidad depende del cristal con que se la mire, y cada uno de nosotros tiene el suyo propio, inclusive variable en el tiempo y según la tonalidad de las propias experiencias acumuladas. Siendo esto así, tal vez en lo que podríamos coincidir es que siempre será un misterio que sólo se va develando a medida que el tiempo transcurre, cuando podemos, con mirada reflexiva, mirando hacia atrás, interpretar el significado de lo acontecido. Un punto de vista que parecería no dejar lugar a la construcción del propio destino, ya que se orienta al pasado, cuando todo lo que pudo ser ya fue, sin posibilidades de modificación ulterior…¡y que mucho no me gusta!
Sin embargo, desde un cierto punto de vista que intento compartir aquí, en este rincón del coaching, podríamos interpretar la vida como “una larga conversación” que a cada instante precede a la acción, habida cuenta, como repito a menudo, que nada ocurre que no sea conversado antes, porque es el lenguaje el que genera la acción. Y esta interpretación sí me gusta, porque entonces con el lenguaje podemos crear las realidades que soñamos de acuerdo con el sentido que queremos conferirle a nuestra vida… ¡o por lo menos hacer el intento aceptando que a veces las cosas no salen como uno espera!
Por cierto, si apropiarnos de nuestro destino diseñando nuestro futuro pasa por hacer del conversar un arte, tendremos antes que aprender el oficio, y como ocurre con todo oficio, tendremos que ser hábiles en el uso de las herramientas con las que iremos dándole forma a nuestra obra…¡en este caso nuestra propia vida!
Las herramientas conversacionales son muchas, y las hay para cada ocasión y necesidad, en cuyo caso no tendría sentido privilegiar unas sobre otras, ya que todas son necesarias en algún momento. Sin embargo, hay una que por lo inadvertida que pasa y por el gran impacto que genera en los resultados de una conversación, y por lo tanto en las acciones que de ella deriven, vale la pena destacar. Se trata de la “escalera de inferencias”.
Inferir es una capacidad que tenemos los seres humanos, por medio de la cual podemos darle sentido a un cierto número de datos para armar una historia plausible, aún cuando ellos no estén completos, como hace un investigador de un crimen en base a evidencias que son seleccionadas de un conjunto mayor, para ser luego interpretadas, en búsqueda del culpable.
La inferencia es una gran herramienta, ya que, en el caso del investigador, le ahorra tiempo y energía, ayudándole a interpretar lo ocurrido sin haber estado presente. Pero también puede ser peligrosa, porque muchas veces creemos que estamos observando hechos, cuando en realidad sólo estamos infiriendo. Y eso nos ocurre todo el tiempo cuando conversamos con otras personas, habida cuenta que el escuchar al otro necesariamente implica interpretar lo que nos dice, aún cuando hayamos oído exactamente lo que nos dijo. Escuchar no es sinónimo de oír. Escuchar es el resultado de oír más interpretar…¡Y cada uno es responsable de lo que escucha!
Cuando conversamos con otra persona, en el ir y venir de las sucesivas argumentaciones, vamos (ambas partes) ascendiendo mentalmente una escalera que nos lleva de los hechos a la toma de decisiones, cuyos peldaños están hechos de interpretaciones en las que se han colado inferencias, producto de suposiciones, conjeturas, intereses, prejuicios que conforman nuestra visión del mundo. Y a partir de eso decidimos que algo es un problema o una oportunidad, una vergüenza o un orgullo, una suerte… ¡o una desgracia! Y así vamos tejiendo el tapiz de nuestra vida, puntada tras puntada, sin que podamos delegar la responsabilidad.
La “escalera de inferencias” no es una realidad, es un modelo, una figura que nos permite tomar consciencia de esta escalada que se produce en el conversar y que me da lugar a decir mi frase preferida: la vida es lo que nos toca, pero de nosotros depende lo que hagamos con eso. Y cuando el inferir se convierte en un riesgo para decidir una acción futura, nos queda el viejo truco de preguntar, para completar la información investigando lo que interpreta el otro. Porque lo que no se pregunta… ¡necesariamente se infiere!
Lic. Clara Braghiroli
Coach profesional
BUENOS AIRES – Argentina