EL DICTAMEN – PUBLICAR DOMINGO 22 – 04 – 07
LA FRONTERA EMOCIONAL
“La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón”.
LA ROCHEFOUCAULD
“La próxima frontera del progreso humano – personal y colectivamente – es la frontera emocional. Nuestra tarea – y la tarea de la humanidad – es aprender como resolver inteligentemente los sentimientos para nuestro propio beneficio y el de los demás, a fin de enriquecer nuestra experiencia de vida y crear un mejor futuro”.
Con esta advertencia, el Dr. Childre, fundador del Instituto de HearthMath, que se ocupa de investigar la conexión entre el cerebro y el corazón, entre mente y emoción, interpreta el sentir generalizado de que la antigua frase cartesiana “pienso, luego existo” se ha quedado corta para explicar las complejidades de la vida humana, al ignorar el determinante papel que juegan las emociones en el devenir de la especie. No sería un sacrilegio decir hoy día, en una versión ampliada – a partir de investigaciones que muestran la conexión biológica que existe entre el cerebro y el corazón – “pienso y siento, luego existo”…aunque a Descartes, que enfatizaba el uso de la razón en la búsqueda de la verdad, pudiera producirle algún escozor.
Pero el conocimiento acerca del fenómeno humano no deja de progresar y aún esta reformulación podría considerarse hoy insuficiente, ya que hay cierto consenso acerca de que toda acción está condicionada por la emoción que la antecede, en cuyo caso, podríamos ampliar un poco más la famosa frase y decir sin temor a equivocarnos: “pienso, siento, actúo, luego existo”. Una manera de honrar la idea, actualmente compartida por diversas disciplinas, y que el coaching hace propia, de que el ser humano es en todo momento una determinada coherencia entre lenguaje, emoción y cuerpo. Tres aspectos que, interrelacionados en una permanente dinámica, dan como resultado nuestra particular forma de “estar siendo” en el mundo a cada instante.
Volviendo a la propuesta del Dr. Childre, habría una forma muy sencilla para lidiar inteligentemente con la emoción, cuando nos viene y además nos perturba, ya que bastaría con “reenfocarla”. Esto es, ni bien nos sentimos invadidos por una emoción que nos perturba (no me gusta hablar de emociones negativas, porque sería darle una cualidad propia independiente de la persona que la experimenta) y en consecuencia notamos una fuga de energía, podemos volver a conectarnos con el corazón y “limpiarla” ahí. Para ello, es necesario tomar conciencia que la mente procesó una cierta cantidad de información antes que esa emoción perturbadora apareciera, mayormente teñida por los juicios (opiniones) que se dispararon a partir de los hechos observados, sobre nosotros mismos y los demás. Luego de eso, podemos frenar conscientemente esos juicios y adoptar una posición mental de neutralidad, lo que según la técnica del coaching se denomina “suspender provisoriamente los juicios” (ya que no podemos matarlos), admitiendo que sólo son el resultado de nuestras interpretaciones, para dar lugar a que el corazón, vinculado con el cerebro a través de un particular circuito nervioso, se aquiete y pueda recuperar su energía natural. Pareciera ser que si no hay juicios no hay emoción, de modo que si no podemos trabajar sobre nuestras emociones porque nos vienen, podemos trabajar sobre nuestros juicios, de los cuales somos los artífices, y así elegir en cierta forma la emoción que vamos a experimentar. No se trata de ignorar lo acontecido, sino de admitir profundamente que “las cosas no son como las vemos, sino como nosotros somos”, y dejarnos un espacio para la duda razonable. Como dijo Goethe, “todo lo transitorio es sólo una imagen”… ¡y esa imagen puede ser reformulada!
¿Y cual sería el beneficio de esta práctica de adoptar momentáneamente una posición mental de neutralidad con respecto a los acontecimientos que nos perturbaron a nivel emocional, suspendiendo (no anulando) todo juicio al respecto? Según nuestro autor, nos permitiría dar un paso hacia atrás para neutralizar nuestras emociones y percibir con mayor claridad, en esa especie de “espacio fuera del tiempo”, un mayor número de opciones antes de poner en marcha una acción que, condicionada por la emoción que nos embargaba, podría haber resultado inconveniente.
Sencillo, aunque no fácil, se trataría, en resumen, de tomarnos un respiro profundo cuando una emoción nos perturba, para darnos tiempo de ser conscientes de nuestros juicios, de cómo ellos han determinado esa emoción y de las posibilidades que tenemos de cambiarlos, a la luz de nuevas consideraciones que en su momento no habíamos contemplado.
Recordemos que la vida es esencialmente un proceso de aprendizaje y que, como dijo hace tiempo Peter Senge, un gran gurú del management, “el futuro pertenece a aquellos que saben cómo ampliarlo continuamente”.
Lic., Clara Braghiroli
Coach Profesional
BUENOS AIRES – Argentina